Naranjo de Bulnes. Intento Entrañable.
Es final de temporada de escaladas en montaña.
Me encuentro en casa por unos días, relajando el cuerpo y la mente de las actividades realizadas durante la temporada, despanzurrado en el sofá, inmerso en una lectura acerca del asedio Napoleónico en Cadiz. En la lectura estoy calibrando un cañón, calculando las toesas y los grados de inclinación de disparo en relación a la intensidad del viento y el peso de la bomba. El objetivo es la Iglesia de Felipe Neri, a la cual el artillero sabe que no llegara con cañones, pero el señor Bonapart no quiere morteros. Estoy a punto de disparar cuando; ring, ring, suena el teléfono.
Es Pilar, del hotel Torrecerredo de Cabrales. Mi amiga Sara Gonzalo que trabaja allí le ha pasado mi numero. Pilar trabaja hace muchos años con Ingleses, y tiene un hotel muy bonito y armonioso con vistas a la alta montaña, ademas es guía.
La conversación es mas o menos la siguiente:
– Sii, buenas tardes.
-Hola Xuacu soy Pilar del hotel.
-Ah hola Pilar que tal! ¿que me cuentas?
Y entonces me cuenta y alucino.
-Pues veras- comienza- tengo un cliente que quiere subir al Naranjo.
-A estupendo- me apresuro a decir.
-No, espera-me interrumpe, con tono de no haber acabado de explicarse. Entiendo que hay mas y la dejo hablar.
-Mira, es un señor mayor, entrañable y muy simpático, que ha sido buen escalador y ademas habla bien español, disfrutaras con el. Ha hecho el Mont Blanc, el Cervino y muchas mas escaladas el los Alpes.
-bueno entonces es un fiera-me apresuro a decir, y me vuelve a interrumpir prudentemente.
-Si, lo es, o mejor dicho lo fue, hace 50 años.
Se produce un corto silencio ¿ si hace 50 años entonces cuantos tiene ahora? pienso.
-Bueno, vale bien, mañana le recojo a las 3 en el hotel.
– vale, hasta mañana.
–hasta mañana.
Cuando llego al hotel me presentan a Gerard, mi cliente. Es el abuelo de Frodo Bolsom en el buen sentido. Es pequeñito y sonriente, de gesto seguro. En los primeros minutos que pasamos juntos ya nos caemos bien. Es ingles, muy ingles, y pretende subirse al coche de copiloto por la izquierda. Entonces le doy las llaves y lo entiende al instante, nos miramos y nos da un ataque de risa.
Le encanta lo que ve, alucina con los Picos, esta emocionado. En Pandebano le quito la mochila y no le dejo subir nada, faltaría mas. Acaba por confesarme su edad, 35 años, pero dice que lleva una vida de excesos y por eso parece mayor, parece que tiene 82 años.
Vamos muy despacio y sin parar, cada poco le pregunto que tal y siempre me responde lo mismo
-¡ magnifica, me estoy so fuegte!
Aunque la realidad es que tardamos 4 horas y 10 minutos en subir al refugio de Urriello.
Apenas cena por cansancio pero niega que esta cansado. Me dice:
-¡no preocupado tu, tengo muchos pildors!- me lo dice mirando a una bella chica y con cara de conquistador me guiña un ojo. Otro ataque de risa.
A la mañana siguiente se le nota cansado, pero muy animoso. Le trato como si fuera mi abuelo, le ayudo a ponerse los calcetines y las botas, entre la edad y la tripa no dobla bien.
Verle es un viaje al pasado. La ropa de montaña que trae tiene 50 años. Las botas, el gorro, los pantalones bábaros. Gerard es magnifico.
Se que no va a subir, tengo que atarle en la canal de la celada porque el cansancio acumulado le hace perder el equilibrio. Dos horas y media tardamos hasta la base de la sur. En ningún momento le hablo de no intentarlo y en ningún momento el da para atrás.
Para que una persona tan mayor quiera estar aquí es porque hay un fondo emotivo profundo en la cuestión. Aun no se de que se trata, pero lo descubriré.
En el primer largo lo ve claro, o mas bien oscuro. Empieza a entender que no va poder, pero va a morir matando.
Le dejo todo tipo de trampas para agarrarse. Estribos, cintas largas para agarrarse… pero ni así. En un momento pierde la fueras, se suelta y pendulea, queda debajo de mi en una zona fácil pero ni por lo fácil puede subir. El pelea como un toro, pelea contra su vejez y su tripa. Lo intenta y lo intenta hasta que lo deja de intentar y se rinde.
Entonces me mira y me dice; bajamos, bajamos, no puedo cansarme me espera una nice mujer . Ataque de risa.
Le descuelgo y bajo yo. Le pongo los calcetines y las botas y nos vamos. No esta triste, esta muy contento de haberlo intentado.
– tengo que aseptar la situasion- me dice- I think la pildor no era la buena- nos desternillamos de risa. No es lo que dice, sino como lo dice. Es un artista.
A la bajada paramos un largo rato en el collado vallejo a admirar el Picu, para el seguramente sera la ultima vez.
Aprovecho el momento relajado y espiritual para preguntarle el por que de su motivación para escalar el Naranjo, y como lo había conocido. Entonces Gerard se emociona y le tiembla la voz, pero al mismo tiempo sonríe y me lo cuenta con agrado.
La suya fue una vida de viajes por su trabajo relacionado con los motores de barcos y las grandes obras hidráulicas. Entonces en Bahamas, en los años 60, durante una larga estancia conoció a unos Asturianos. Hicieron amistad y hablaron de la vida. Gerard les hablo de su afición por el montañismo y ellos le hablaron de las grandes montañas de su región en el norte de España, Asturias, y del gigante Naranjo de bulnes.
50 años despues, Gerard conocerá el Naranjo y yo conoceré a Gerard.